Desde la Parroquia Lourdes del Cerro Placeres.

Comienza el camino de cruz

Aurora Guzmán y Raúl Valdés, personajes claves del Via Crucis del cerro Placeres, hablan sobre la actividad y sobre qué sucederá este viernes 21.


Son casi las nueve de la noche y todavía la Parroquia tiene sus luces encendidas. Gente viene por aquí y por allá, pasando al lado de un camión blanco estacionado al frente de la gruta, el cual ha traído cuatro focos de luz que alumbran a la virgen. "Son alumnos del DOUC", comenta Aurora Guzmán, quien se encuentra cruzada de brazos, con una carpeta bajo el brazo y unos ojos cansados producto del gran ajetreo que ha llevado la última semana.

Y no es para más, este Viernes Santo volverá a nacer, por estas cercanías, uno de los eventos más importantes de la quinta región: el famoso Via Crucis del Cerro Placeres, que este año cumple 55 años y espera recibir a unas quinientas personas. Aurora gira hacia nosotras y nos explica la situación: "ya está casi todo listo. Hoy nos volvemos a reunir en una pequeña liturgia para preparar detalles".

Es conocida en la parroquia como la mujer que más sabe sobre la actividad, una de las que más tiempo ha estado a cargo y a quien hay que ubicar si se quiere saber algo del tema. Aurora reúne a sus "personajes (como ella llama a los placerinos que participan) cada año, al menos con un par de semanas de anticipación, para prepara el evento.

Sobre ella cae la responsabilidad inmediata de su realización, y este año no ha estado exenta de dificultades: "aquí salimos sí o sí, de hecho, si no nos abren la calle, modificaremos la ruta por la bajada", nos comenta, concentrada y segura. Ya ha hablado con los trabajadores que actualmente están remodelando la avenida Los Placeres y espera que nada haga claudicar la realización del Vía Crucis, al cual le ha dedicado su tiempo últimamente.

A su lado llegan dos placerinos, a los cuales Aurora saluda y da múltiples instrucciones. Así ha sido la semana, ensayos, preparaciones y un gran sacrificio. Este año no ha sido diferente a los anteriores, también se han presentado las usuales complicaciones. Una de ellas es la gran disminución de la participación juvenil. Sin embargo, nada parece empañar el ánimo de la organizadora: "tendremos pocos romanos, pero los que hay, lo valen".

No pasa mucho tiempo hasta que llega Raúl Valdés. Con sus cuarenta y tantos años no camina ni cinco pasos en la entrada y ya hay gente que lo saluda amistosamente. Al parecer, todos se conocen. Luego de conversaciones y gestos, accede amistosamente a hablar un momento con Fotoperiodistas acerca de su participación como Cristo, que este año será la última.



"¡Todos me preguntan como me siento al interpretar a Jesús!" Ríe, acariciando su mentón con la mano izquierda, sonriendo afablemente. "Es algo que se lleva con orgullo", comenta, agregando que está en el Vía Crucis de Placeres hace 13 años, participando desde pequeño, una vez como pueblo, soldado y también de verdugo, hasta el rol que hoy lo obliga a dejarse barba: Jesús de Nazaret.

Con pocas palabras nos expresa su gusto por el papel, pero sobre todo, el gran sentido que le entrega días antes de encarnarlo: "Aquí todos nos sacrificamos y hacemos esto con cariño. Yo se lo ofrezco al señor. No es un modo de fanatismo, simplemente se lo ofrezco con humildad para el bienestar de mi familia y mis hijas".

Raúl Valdés viaja directamente desde Casablanca, confesando que a veces viene tan cansado que solo desería llegar a su casa y no ensayar. Pese a esto, se le ve casi todos los ensayos dispuesto a practicar. Le preguntamos acerca de un buen recuerdo, a lo cual menciona un hecho que pasó como hace tres años: "estábamos en la escena de la crucifixión, cuando luego de subir al pedestal, siento que éste se cae, lo que me dejó literalmente colgando de la cruz", ríe, alzando sus manos como demostración.

Y es que le ha pasado de todo, hasta niñas pequeñas, emocionadas al llanto con su representación: "fue el año pasado… una niña me acompañó hasta la crucifixión, pidiendo a gritos que no me golpearán más. Fue impactante". Valdés mencionó incluso la ocasión en que un curadito se acercó a él a abrazarlo para protegerlo de los golpes. Hoy, acompañado de su usual sonrisa, todo lo toma como una buena experiencia, especialmente este año, que será su último: "mi mensaje para el próximo Cristo es que lo viva como él lo sienta".

Accede gustosamente a una fotografía, bastante relajado, pese a que hay unas dos personas esperando a que acabemos para hablar con él, incluida Aurora, con quién intercambia un reproche cariñoso. Pese a las dificultades, tanto ellos como los placerinos presentes, auguran un excelente Via Crucis para este año, al cual sería una mala idea no asistir.

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